Los pueblos que viven bajo el dominio occidental están sufriendo una grave crisis de valores que repercuten en la calidad y nivel de vida de las familias y las personas.
Los niveles de pobreza alcanzada por cientos de millones de personas han tornado a la tierra en un infierno. La desnutrición, la imposibilidad de acceder a servicios de salud y de educación cada día es mayor. La frustración, la violencia intrafamiliar, social, el crimen organizado y el narcotráfico cada día ganan terreno en nuestras sociedades.
Occidente al haber perdido el sentido espiritual de la existencia ha perdido el camino. Tanto del Estado, como el de las familias y las personas, ha caído en el materialismo fundamentalista, en donde el único objetivo existencial es llegar a tener poder y reconocimiento por medio del dinero y el consumo. La única forma de Ser es Tener capacidad de compra. Un Estado pobre, es un “pobre Estado” y así mismo con las familias y las personas.
Al finalizar la II Guerra, occidente se sumergió totalmente en el materialismo. La economía, la producción, la mercadotecnia, el mercado y el consumo, pasaron a ser la prioridad fundamental de la existencia, desde el presidente hasta el más humilde empleado. Las sociedades occidentales se han entregado a un frenesí fanático del “culto del becerro de oro”. Paradójicamente, hoy que occidente produce más riqueza, ésta se encuentra en muy pocas manos y como nunca en la historia de la humanidad existen el mayor número de personas en la pobreza.
De este modo, amable lector, debemos ser atentos a este mal de nuestros tiempos. El mundo hoy más que nunca produce grandes cantidades de riqueza. Entre otras cosas, debido al desarrollo de la tecnología, a que somos más humanos, al desarrollo de las comunicaciones y al crecimiento desproporcionado del comercio. La riqueza existe, porque somos más los que trabajamos y podemos “explotar” con mejores tecnologías a la naturaleza. Por qué entonces, sí existe mayor riqueza, vivimos tiempos de tanta pobreza. La respuesta es LA INJUSTICIA. En efecto, la injusticia es la fuerza que prevalece en la mayoría de las relaciones personales, familiares y fundamentalmente, sociales e internacionales.
La injusticia hace posible que cientos de millones de personas casi no tengan nada y unos cuantos tengan casi todo. Vivimos tiempos en que campea la injusticia en casi todos los planos y esferas sociales.
Injustas son las relaciones comerciales y financieras de los poderosos grupos de poder económico trasnacional, con los países y los grupos económicos locales. Injustas son las relaciones comerciales y financieras entre las empresas y los particulares. Cada día el Estado se convierte en un dócil sirviente de las grandes corporaciones y tímidamente “media” entre los pueblos y los intereses económicos de estas corporaciones, en donde siempre pierde el interés nacional y el de los ciudadanos.
Injusto es la destrucción y contaminación de la naturaleza a favor del crecimiento económico de las grandes corporaciones. Injusto es el uso de los medios masivos de comunicación, especialmente de la televisión, que alientan el consumismo, la enajenación y la vulgaridad.
Injusto es el sistema político, donde los políticos nombrados por el pueblo, solo se dedican a luchar en favor de los intereses de sus partidos y de los poderosos intereses económicos que los sostienen. La “democracia” es el engaño más grande de los tiempos modernos, donde los “mercaderes”, los dueños del dinero, gobiernan para sus intereses a través de los títeres políticos a nombre del pueblo.
Y toda la injustita se logra estructurar a través de LA IGNORANCIA.
En efecto, la IGNORANCIA es el elemento que hace posible todas las injusticias. Es “la materia prima” para construir el mundo en que vivimos. Las personas, las familias y los pueblos ignorantes son el elemento primordial para crear un mundo de INJUSTICIA.
Ignorante no es el que no sabe nada, sino aquél que ignora lo esencial. Los seres humanos por lo inconmensurable del universo y por lo desmesurado del conocimiento, no podríamos jamás llegarlo a saberlo todo. Pero sí estamos obligados a saber lo esencial de la vida.
¿Qué es lo esencial de la vida? Que es fugaz y que es un camino de aprendizaje para desarrollar nuestro potencial espiritual. Qué lo verdadero es invisible e impalpable. Que lo más importante de nuestra vida es llegar a tener conciencia de esta condición y dedicar nuestra vida material a trascender espiritualmente la existencia. El mundo material es solo un medio y la trascendencia espiritual es el fin verdadero. El mundo de la materia cobra significado cuando se ha entendido la grandeza del Espíritu. Es en la materia donde se expresa el Espíritu.
La dualidad divina del ser humano es que es, al mismo tiempo, espíritu y materia. La riqueza verdadera de la vida es abrir los ojos y la mente a esta milenaria sabiduría. Los seres humanos verdaderamente ricos, son aquellos que han entendido este misterio y tratan de vivir en consecuencia… en este mundo tan lépero, caótico y deshumanizado.
La pobreza es generada por la ignorancia. Los “mercaderes”, los dueños del dinero que nos obligan a ver solo el aspecto materialista del mundo y la vida, no les conviene que los pueblos despierten de este letargo producido e inducido por todos los medios que ellos tienen a su alcance. No les conviene, porque una persona, una familia o un pueblo que este conciente de su potencial espiritual, dejará de adorar al becerro de oro y con ello dejará de ser IGNORANTE y en consecuencia POBRE.