sábado, 4 de julio de 2009

EL VOTO NULO


Los votos son el aval del pueblo, que la clase política y el sistema colonial necesitan, para que se gobierne a favor de los intereses de los dueños del dinero.

La “democracia electorera” es una farsa que los adoradores del Becerro de Oro inventaron para dominar y dirigir a los pueblos a partir de una clase parásita llamada “políticos”.

En efecto, en 1776 nació en Estados Unidos este perverso engaño, montado en la ficción que “el pueblo se puede y de debe gobernar a sí mismo”. Pero la realidad histórica nos dice lo contrario. Cuando los pueblos han votado por un candidato que no representa los intereses del poder económico, aunque gane en las urnas, el sistema con toda su poderosa maquinaria, que va desde los medios hasta el golpe de Estado, cambian la decisión popular.

En México, lo hemos visto desde José Vasconcelos, pasando por Cuauhtémoc Cárdenas y recientemente con López Obrador. El sistema colonial de explotación requiere del voto para validar su operación corrupta de explotación, sometimiento y enajenación del pueblo. La democracia funciona “a medias”, como en Estados Unidos, cuando pueblo y gobierno tienen el mismo interés… “adorar al becerro de Oro”.

Por esta razón el gobierno, los partidos políticos, la clase política, la iniciativa privada, los medios masivos de comunicación, las iglesias, las corporaciones sindicales, la farándula, los deportistas profesionales, los intelectuales y artistas orgánicos, todos claman en contra del VOTO NULO. Por que representa el tácito rechazo, dentro del juego perverso democrático, a la farsa de los partidos, los candidatos y el poder establecido.

Sorprende esta campaña en la que “extrañamente”, los supuestos enemigos se ponen de acuerdo, para que la gente no anule su voto. Nadie dice nada de que más del 60% de la población, que debe sufragar, generalmente no lo hace.

En efecto, la democracia es ilegal e inmoral, pues “sí es el gobierno de las mayorías”, LA MAYORÍA DEL PUEBLO NO VOTA. La mayoría se abstiene, sea porque no cree, por desengaño, por hastío, porque ha aprendido que “ellos” no eligen a los candidatos, “ellos” y sus necesidades y aspiraciones no son tomados en cuenta por los elegidos en el ejercicio del poder, porque sabe que todos los partidos en el poder hacen trampa y actúan fuera de la ley en sus campañas, porque han aprendido que cuando los elegidos llegan al poder, solo luchan por las canonjías de grupo y de partido, y que el pueblo es olvidado. Sea como fuere, el pueblo bien sabe amargamente que voto por quien vote, gane quien gane, EL PUEBLO SIEMPRE PIERDE.

¿Quién entonces vota? En general, la gente que para vivir o medio vivir, está comprometida con el corrupto sistema en cualquiera de los partidos. Desde el que lo dejan entrar a la dependencia a bolear zapatos o lo dejan vender en la calle, pasando por los burócratas y sindicalistas borregos, hasta ese 15% de “mexicanos” dueños de este país que hacen excelentes negocios con el presupuesto. Y por supuesto, la gente ignorante o ingenua que cree en todo este complejo andamiaje de mentiras y verdades a medias.

Pero el punto es, ¿por qué tanta preocupación por el voto nulo? Por qué les preocupa tanto que la gente vaya a las casillas y deposite su descontento en una boleta, sí de todas formas voten por quien voten, estarán en el poder la misma gente corrupta de cualquiera de los partidos.

Por qué TODOS se ponen de acuerdo en censurar que el ciudadano arto de tanto gasto inútil, de tanta verborrea demagógica, de tanta bajeza y enfrentamiento estéril, vaya a la urna y demuestre su descontento de una manera ciudadana. ¿Por qué?

Lo que es bueno para el pueblo, es malo para sus explotadores y vividores. Lo que es malo para los explotadores y vividores es bueno para el pueblo.

Los mercaderes del mundo nos han engañado en los últimos 233 años, haciendo creer a los humanos que la “democracia” es la mejor forma de gobernar a los pueblos. Sin embargo, la democracia, la modernidad y el fundamentalista culto al Becerro de Oro, nos han llevado a la peor crisis planetaria de nuestra historia.

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