La quiebra de la civilización Occidental ha sido la pérdida de los valores y principios espirituales, familiares y sociales. Occidente esta conformada por tres culturas que han sido su sustento. La cultura judeocristiana en donde el culto al becerro de oro ha hecho que los mercaderes se hayan apoderado finalmente del mundo. La cultura grecolatina de donde se desprende su sentido de dominación, transformación y explotación de la naturaleza, ha tal punto ha llegado esta ideología que Occidente esta a punto de destruir el planeta ecológicamente, y finalmente la cultura germánica de donde se desprende el culto a la guerra.
La quiebra de Occidente inició precisamente con su expansión sobre el mundo en 1492 y la irrupción al poder de los mercaderes, quienes son los verdaderos artífices de los “descubrimientos”, la caída de la nobleza, los auspiciadores de la “democracia”, en el que “todos son iguales” ante las oportunidades pero algunos tienen el dinero para hacerlas valer, la decadencia de la religión, la decadencia y debilidad del Estado, para finalmente crear “su paraíso”... el Mercado. En efecto, ante la dictadura de las fuerzas del “Mercado” se han doblado los Estados más poderosos, los imperios y los reinos más antiguos, las iglesias más poderosas; parece que nada puede contener las increíbles, sofisticadas y complejas fuerzas intangibles que posee el “Mercado”, que ahora se a apoderado del mundo.
En este nuevo orden mundial, la globalización y el neoliberalismo, tienen en los medios de comunicación, especialmente la T.V., un poderoso e increíble instrumento de dominación ideológica y espiritual.
En efecto, no se ha querido cuestionar la responsabilidad social que tiene la T.V., especialmente porque atentaría contra los intereses del “Mercado”, si las personas no están embrutecidas no compraran ciegamente todo lo que les ordenan los mercaderes.
El cine y la T.V. especialmente ¡NO TIENEN LÍMITES! No tiene límites la violencia, la vulgaridad, el individualismo, la delincuencia, las adicciones, los asesinatos, el crimen organizado, la corrupción, la prostitución, la pornografía. En fin, no tiene límites la destrucción de los milenarios valores y principios éticos, morales y espirituales de los seres humanos, la familia y la sociedad. Los paradigmas de nuestra juventud y niñez naufragan entre la violencia, lo antisocial y lo bizarro. Bástenos ver la televisión y ver su reflejo en nuestra sociedad.
Los jóvenes de ahora nacieron sin límites. Nada tiene valor o sentido en este mundo más que el dinero y el poder... a cualquier precio. Están destruyendo lo único que los puede sostener a flote.
Pero los jóvenes no tienen la culpa. Somos los adultos los que hemos fracasado. Somos los adultos los que hemos llegado hasta donde estamos, ellos ayer eran tiernos niños moldeables que nosotros transformamos.
El problema es que estamos educando en la familia, en la escuela, en la sociedad a los jóvenes, sin los valores y principios esenciales de la vida humana. Todos estamos sólo preocupados por el dinero, por consumir, por tener poder y perdemos de vista lo inmutable y lo trascendente. Hemos cambiado el propósito social de carácter espiritual, por un proyecto económico. Hemos perdido el maravilloso espacio existencial de tener un proyecto abstracto de vida y hemos creado un proyecto económico de vida, lleno de insatisfacción, estrés, competencia e individualismo.
En esta miseria humana, de la que bien se dan cuenta los jóvenes, los seguimos bombardeando con publicidad, con series de T.V., con películas, con demagogia política, en medio de una sociedad sumida en la corrupción, los jóvenes no tienen límites, no tienen medidas, marcos normativos, de carácter ético, moral, familiar, social, espiritual y menos religioso.
Estos jóvenes son hijos de “Chavelo”, de Siempre en Domingo, de las caricaturas, de los antihéroes violentos, de los matones, de las vampiresas y de las “chicas triunfadoras”, ... de las calles de San Francisco. Les han dado clases de moral Gloria Trevi, de valores sociales don Francisco, de ideología política y civismo Guillermo Ortega y Javier Alatorre, de ética Lolita de la Vega y un largo etcétera, sin dejar de mencionar a los imprescindibles maestros extranjeros de las series extranjeras y de la meca del cine internacional.
Estos son nuestros jóvenes sin límites, hijos de una sociedad sin límites.
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